"Amo mi ser y mi sexualidad"
La gente, o bien equipara sexo con amor o bien necesita estar enamorada para tener sexo. Muchas personas crecen creyendo que el sexo es pecaminoso fuera del matrimonio, o que la finalidad del sexo es la procreación y no el placer. Pero algunas se han rebelado contra este concepto y creen que el sexo no tiene nada que ver con el amor.
La mayoría de creencias sobre el sexo y de ideas sobre Dios y la religión las adquirimos en la infancia. A muchas personas les inculcaron a una tierna edad la idea de lo que yo llamo «el Dios de Mamá», es decir, lo que nuestra madre nos enseñó sobre Dios cuando éramos muy pequeños. La imagen de este Dios es la de un anciano con barba. Está sentado sobre una nube, mirando de hito en hito los genitales de los seres humanos, esperando pillar a alguien pecando.
Piensa un momento en la inmensidad del Universo. ¡En lo perfecto que es todo!
Piensa en el nivel de Inteligencia que lo creó. A mí me cuesta creer que esa Inteligencia Divina se pueda parecer a un anciano criticón mirando mis genitales.
Cuando éramos bebés sabíamos lo perfecto que era nuestro cuerpo y nos encantaba nuestra sexualidad. Los bebés nunca se avergüenzan de sí mismos. Ningún bebé se ha medido nunca las caderas con una cinta métrica para ver si vale la pena como persona.
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